Siempre me han fascinado las ‘startups’ que nacen con el objetivo de cuestionarnos lo que las marcas nos venden. Es el caso de Tire Collective, una ‘startup’ británica que conocí gracias a la pregunta que me hizo mi gran amigo Santiago en medio de una intensa conversación: “¿Acaso pensabas que los coches eléctricos no contaminan?”
Durante años nos hemos centrado en la contaminación producida por los tubos de escape y, sin embargo, aunque todos sabemos que los neumáticos se desgastan con el uso, no nos planteamos que todo ese caucho contamina nuestro aire.
Y, si bien los vehículos eléctricos reducen las emisiones de carbono, siguen contribuyendo a las emisiones que no son de escape. No son muchos los que saben que la contaminación relacionada con el uso de los frenos y el desgaste de los neumáticos es mayor que la producida por los motores.
Por lo general, los coches eléctricos son más pesados que los no eléctricos y, por lo tanto, el desgaste de sus ruedas es mayor. Es algo que no tenemos mucho en cuenta, sin embargo, debemos considerarlo con especial atención si queremos adoptar soluciones para reducir la contaminación medioambiental.
Para poner solución a este problema, la ‘startup’ que mencionaba con anterioridad, Tire Collective, tiene un proyecto entre manos que consiste en capturar mediante un dispositivo especial las partículas de caucho destinadas a convertirse en emisiones nocivas para la atmósfera. En concreto, esta solución es capaz de capturar un 60 por ciento de estas partículas.
Los motores eléctricos han sido un gran avance para la sostenibilidad, pero espero que sigan avanzando para reducir las emisiones asociadas con el desgaste de los neumáticos.
Quizás estos avances y mejoras estén más en nuestras manos de lo que creemos porque podemos presionar a los principales fabricantes de neumáticos para que empiecen a desarrollar esta tecnología y, desde luego que mi amigo Santiago y yo ya hemos empezado a tenerlo en cuenta en nuestro día a día.