Durante mucho tiempo, las ciudades y la naturaleza han sido consideradas entidades separadas cuando se trata del medioambiente y la crisis climática. Sin embargo, según Adrian McGregor, fundador y director de diseño principal de la firma de diseño urbano y arquitectura del paisaje McGregor Coxall, es imperativo cambiar esta percepción a través del biourbanismo.
Dado que las ciudades son responsables de más del 75 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, diseñar ciudades inteligentes y sostenibles es fundamental para abordar el cambio climático. McGregor propone reclasificar las ciudades como una forma de “nueva naturaleza” y aboga por la adopción del concepto de biourbanismo para descarbonizar las ciudades y mejorar su resiliencia.
Reimaginando las ciudades como “nueva naturaleza”
McGregor sugiere un cambio en el pensamiento percibiendo las ciudades como componentes integrales de la naturaleza, incluso, si su apariencia no se parece a entornos naturales. Propone reclasificar las ciudades como “biociudades” para enfatizar su interconexión con el mundo natural.
Al incluir esta perspectiva, la planificación urbana, el desarrollo y la formulación de políticas pueden adoptar un enfoque más holístico integrando principios ecológicos, biodiversidad y procesos naturales en la estructura de las ciudades. Este cambio permite la creación de entornos urbanos sostenibles que coexisten en armonía con los ecosistemas circundantes.
El modelo de biourbanismo: Un camino hacia la descarbonización
En su libro ‘Biourbanism: Cities as Nature’, McGregor presenta el modelo de biourbanismo como un marco integral para descarbonizar las ciudades y mejorar su resiliencia.
Este modelo resalta las interconexiones entre 10 sistemas urbanos clave:
· Ciudadanos
· Economía
· Energía
· Infraestructura
· Movilidad
· Tecnología
· Agua
· Residuos
· Paisaje
· Alimentación
Al considerar las interacciones entre estos sistemas, las ciudades pueden promover la salud y la prosperidad en general mientras reducen las emisiones de carbono.
El biourbanismo aboga por integrar en el diseño urbano prácticas y tecnologías sostenibles como generación de energía renovable, sistemas de transporte eficientes, infraestructura verde y principios de economía circular. Con estas estrategias, las ciudades no solo pueden reducir su huella de carbono, sino también mejorar su capacidad de adaptación al cambio climático.
Tecnología de gemelos digitales para la planificación de la resiliencia
Un elemento crítico del modelo de biourbanismo es la utilización de la tecnología de gemelos digitales. McGregor propone crear réplicas digitales de ciudades físicas vinculadas a datos en tiempo real. Estos gemelos digitales aprovechan datos de satélites, teledetección e inteligencia artificial para proporcionar información valiosa para la prueba de impacto climático, la planificación de infraestructuras y la priorización de inversiones, lo que permite a los usuarios, incluidos ciudadanos y funcionarios gubernamentales, simular cambios dentro de la ciudad y evaluar su impacto.
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Los gemelos digitales permiten a los planificadores urbanos prever las consecuencias a largo plazo de decisiones como nuevos proyectos de infraestructura o cambios en políticas sobre el consumo de energía, la gestión del agua y las emisiones de carbono en general. Esta tecnología facilita la toma de decisiones basada en evidencia, asegurando que las ciudades estén diseñadas y operadas de manera que minimicen su impacto ambiental y maximicen su resiliencia ante los desafíos relacionados con el clima.
Planes de acción de resiliencia específicos para cada ciudad
Reconociendo que cada ciudad enfrenta desafíos climáticos únicos basados en su ubicación geográfica y vulnerabilidad a eventos climáticos extremos, McGregor enfatiza la importancia de desarrollar planes de acción de resiliencia específicos para cada ciudad. Estos planes deben incorporar indicadores clave de rendimiento (KPI) y objetivos adaptados para abordar los impactos climáticos locales.
Por ejemplo, las ciudades costeras pueden centrarse en estrategias para mitigar el aumento del nivel del mar, el oleaje y los riesgos de inundaciones, mientras que las ciudades en regiones áridas pueden priorizar la conservación del agua y la resiliencia al calor. Alinear las estrategias de resiliencia con las necesidades específicas de la ciudad puede permitir que los gobiernos, los planificadores urbanos y las comunidades mitiguen eficazmente los riesgos climáticos y promuevan un desarrollo sostenible.
Empoderando a ciudadanos y empresas
La participación de ciudadanos y empresas es vital en la transición hacia ciudades sostenibles. Campañas de concienciación pública, programas educativos e iniciativas comunitarias pueden alentar a las personas a adoptar comportamientos ambientalmente responsables y participar en proyectos de sostenibilidad urbana.
Involucrar a los ciudadanos en actividades como la jardinería urbana, la reducción de residuos y la adopción de energía limpia fomenta un sentido de propiedad y empodera a las comunidades para contribuir activamente a la acción climática.
Las empresas también desempeñan un papel importante en impulsar prácticas e innovaciones sostenibles. Al divulgar los riesgos climáticos, adoptar modelos de negocio sostenibles e integrar consideraciones ambientales en sus operaciones, las empresas pueden contribuir a la reducción de las emisiones de carbono y promover una economía más verde. Los gobiernos y las partes interesadas deben proporcionar incentivos, regulaciones y mecanismos de apoyo para facilitar la transición hacia prácticas comerciales sostenibles.
Proyectos de biourbanismo en todo el mundo
Los principios del biourbanismo han ganado terreno en todo el mundo con numerosos proyectos que adoptan este enfoque para crear ciudades más sostenibles y resilientes. Por ejemplo, la ciudad de Friburgo, Alemania, ha implementado extensos sistemas de energía renovable, planificación urbana orientada al peatón y espacios verdes, posicionándose como un modelo de desarrollo urbano sostenible. La ciudad Masdar en Emiratos Árabes Unidos destaca tecnologías avanzadas y diseños innovadores para lograr la neutralidad de carbono y cero residuos.
Mientras tanto, la visión de ‘Ciudad en un Jardín’ de Singapur incorpora soluciones basadas en la naturaleza e infraestructura verde, mejorando la resiliencia de la ciudad-estado al cambio climático.
En Copenhague, Dinamarca, el compromiso de la ciudad con la infraestructura ciclista, la energía renovable y la planificación urbana sostenible le ha valido una reputación como una de las ciudades más ecológicas del mundo.
Estos ejemplos demuestran la aplicación práctica de los principios del biourbanismo y resaltan el potencial para que ciudades de todo el mundo adopten prácticas sostenibles, reduzcan sus emisiones de carbono y construyan resiliencia frente al cambio climático.